“La infelicidad reside en ese hueco entre nuestros talentos y nuestras expectativas”
-Sebastián Horsley-
Uno de los temas que ha tenido más impacto en el camino en mi desarrollo personal y el de mis pacientes es el de la liberación de expectativas. El entender y llevar a cabo este proceso es una de las herramientas más valiosas en cualquier proceso de crecimiento personal.
¿A qué me refiero con expectativas?
A las consignas, ideas, creencias o suposiciones sobre lo que una persona tendría que ser o hacer con base en lo que se le ha enseñado.
Desde antes de nacer traemos cargando un gran paquete de expectativas sobre determinado comportamiento, apariencia física, desempeño, talentos, habilidades, profesión, etc. La lista es interminable.
Y así como se esperan cosas de mí por parte de mis padres, familiares, maestros y la sociedad, yo aprendo a generar expectativas sobre mí mismo, las situaciones, las personas y la vida.
Inconscientemente captamos lo que se espera de nosotros. Con el fin de sentirnos aceptados, queridos y valorados, intentamos cumplir para no ser rechazados. En algunas ocasiones es sencillo cumplir con lo que se espera de nosotros, pero en muchas otras no es posible y esto genera dolor, culpa y frustración.
Cuando las expectativas se vuelven una carga emocional.
El generar expectativas es un proceso normal. Todos desarrollamos expectativas y se esperan cosas de nosotros. Esto no es bueno ni malo. Pero en muchas ocasiones se convierten en cargas pesadas que impiden nuestra plenitud emocional.
Existen dos tipos de expectativas que consideró importante reconocer.
1.- Las expectativas sobre mí.
Durante nuestros primeros años de vida introyectamos lo que se espera de nosotros: ser obediente, bien portado, ser un buen cristiano, ser todo un hombrecito o ser femenina, ser el mejor de la clase, buen deportista, un gran abogado, etc.
Luego nos topamos con las expectativas sociales que hemos de cumplir para encajar y ser bien vistos. Tener trabajo, casarte, tener hijos, luego nietos, etc.
2.- Las expectativas que pongo en los demás.
Por otro lado, comenzamos a generar expectativas sobre nosotros mismos, la vida y los demás. Ser exitoso, tener una casa, tener un mejor puesto, encontrar a la pareja ideal, ser feliz, etc.
Todas estas expectativas nos influyen e influimos a través de ellas. Y son parte de cómo nos percibimos y cómo percibimos a las personas y al mundo.
Las expectativas más pesadas son aquellas que se alejan más de lo que somos en realidad. Por ejemplo, la expectativa de ser un gran médico, cuando mi gran pasión es la pintura. O la expectativa que ponen muchos padres sobre sus hijos de que con su nacimiento se arregle su relación de pareja, cuando la realidad es que hay mucho conflicto.
¿Qué pasa cuando no logro cumplir lo que se espera de mí o los demás no cumplen con mis expectativas?
Normalmente a la pareja y a los hijos se les pone las cargas más pesadas ya que inconcientemente se cree que cuando encuentre a mi pareja ideal seré feliz: “se casaron y fueron felices para siempre”. O “cuando sea madre me voy a realizar”.
Se despliegan una serie de expectativas ilusorias que cada vez que no se cumplen generan frustración. El ejemplo clásico de la mujer que se casa con el marido alcohólico con la expectativa de que cambiará. Como se dice popularmente, es pedirle peras al olmo y fuente de mucho dolor convirtiéndonos en víctimas de las personas y de la vida. Se produce un ciclo disfuncional en la pareja en la que se despliega la ilusión, no se cumple, aparece la frustración, en muchas ocasiones violencia y luego se vuelve a empezar.
¿Para qué trabajar con las expectativas?
El trabajo con las expectativas está encaminado a descubrir quién soy, qué quiero, qué necesito, en contra de lo que se espera de mí. Una vez que me voy encontrando a mí mismo, comienzo a establecer relaciones con las personas y la vida desde lo que son y no desde lo que yo espero que sean.
A partir de este proceso, tomo decisiones desde mí mismo y no desde el cumplir con mi entorno, lo cual deriva en satisfacción emocional.
Cuando me libero de expectativas y libero a los otros de mis expectativas, me siento más ligero, flexible y con mayor bienestar.
¿Cómo logro la liberación de las expectativas?
El primer paso es identificar las expectativas que me han puesto y las que yo tengo sobre personas, situaciones y la vida.
Krishnananda en su libro “De la codependencia a la libertad” nos muestra 4 formas para hacerlas surgir:
- Una de las maneras es darnos cuenta cuando nos sentimos decepcionados y reaccionamos, ya sea culpabilizando a alguien con ira, aislándonos o con resignación. Dependiendo de nuestro temperamento, podemos lanzarle a la otra persona nuestra ira y decepción por no satisfacer nuestras necesidades, o podemos esconderlas dentro y dejar que se sigan cociendo en su salsa. Explotamos o implosionamos.
- Otra forma de descubrir nuestras expectativas es investigando lo que se esconde detrás de nuestros juicios. A menudo, justo detrás de algún juicio hay algo que deseamos o esperamos de alguien.
- Una tercera forma para empezar a identificar nuestras expectativas es elegir a alguien cercano a nosotros –lo mejor es la persona con quien mantengamos nuestra relación más importante- y fijarnos de qué manera podríamos culpar a esa persona. Culparle por todo lo malo que tenga, por todo lo que no te da, por todo lo que debería cambiar. Bajo cada una de estas acusaciones se encuentra una expectativa.
- Además de darnos cuenta de lo que hay detrás de nuestra ira, juicios y acusaciones, otra forma de reconocer nuestras expectativas es investigando en las diferentes áreas de nuestra vida. El sexo, el amor, lo emocional, lo espiritual, supervivencia, límites, etc. Cuando investigamos estas expectativas, también podemos darnos cuenta de lo que sentimos en nuestro cuerpo a medida que las vamos repasando: algunas pueden tener una carga ligera y otras muy fuerte.
Una vez que las he identificado, el siguiente paso es liberarme de las que cargo y liberar a los otros de mis expectativas. Para ello es importante estar en la disposición de desprenderme de ellas, lo cual implica un duelo.
Puedes conocer más sobre las fases del duelo en mi artículo » Cómo elaborar un duelo»:
Es un proceso complejo ya que pude haber estado toda mi vida cumpliendo expectativas familiares y sociales y cuando dejo de hacerlo, al no haber un camino marcado por donde continuar, tengo que construirlo y este camino normalmente es hacia dentro, hacia quien soy.
Conclusión
Como puedes ver, este tema es toda una limpieza emocional. Desechar lo que no es mío, lo que no me pertenece para pasar a mi verdadero yo. Me responsabilizo siguiendo mi propio camino y dejo de cargar al otro con el peso de mis expectativas para pasar al establecimiento de relaciones auténticas y de buentrato conmigo mismo, mis vínculos y la vida.
Por último quiero compartirles la oración Gestalt de Fritz Perls:
“Yo soy yo y tú eres tú,
yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas y,
tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres tú y yo soy yo.
Si en algún momento o en algún punto nos encontramos,
y coincidimos, es hermoso.
Si no, pocas cosas tenemos que hacer juntos.
Tú eres tú y yo soy yo”
-Fritz Perls-
Si quieres tratar en terapia el tema de liberación de expectativas. Agenda una cita para terapia.